El niño de los dientes negros
Tuve un novio que tenía los dientes negros.
Era pequeño. De estatura y cuando los tenía.
Había discrepancia entre los progenitores y ambos se arrojaban reproches sobre la incidencia que causaba el mal.
- Le Mojabas el chupete en azúcar, si es que esto tenía que pasar
- Pero cómo puedes pensar que es culpa mía si esto es herencia de tu familia que ninguno llegó con su dentadura propia a los 35?
El tema es que fueron al médico a desempatar.
Era un momento esperado, esa bola de set decidía quién tenía razón mamá o papá.
Pero no sólo en ese tema, iba más allá.
Hay temas tan cruciales que si te llevas esa liebre todas las demás son tuyas.
Lucas estaba sentadito mirando hacia abajo, como si hubiera hecho algo malo
Con sus gafillas.
Con sus lorcillas.
Con sus dientes negros.
Y el doctor haciendo pausas.
Y los padres desquiciados.
Y el niño entre aburrido e incómodo.
– No se puede determinar la causa.
Zanjó el doctor.
- A veces pasa.
Pues muy bien.
Todos decepcionados siguieron buscando sus causas de forma paralela y en forma de reproche.
Hasta el niño aprendió a hablar entonces.
Y esto es así. A veces no sabemos porque pasa algo, por qué vendemos un producto que no es el que anunciamos en ads, a veces no sabemos porque nos compran el pack más caro si no compensa.
Pero sí sabemos en qué textos las personas hacen click.
Sabemos qué poner en le botón del CTA para que pinchen.
Sabemos cosas que otras personas dejan al azar. Ellos verán.
Para todos los demás, es aquí: http://bit.ly/cuenta-otras-historias