Y creo que lo dijo Picasso … pero el trabajo comienza después de pintar el cuadro:
Uno piensa que tiene que hacer grandes cambios para levantar una parte del negocio que no marcha, esto siempre esa así:
- Necesito una nueva web.
JODER.
Una con los botones bien colocaditos siguiendo las reglas de usabilidad.
- Necesito también un SEO que me diga que palabras van a hacer que nade en toneladas de tráfico orgánico.
- Necesito hacer muchos reels en Instagram que ahora le algoritmo te beneficia porque quiere que pruebes la funcionalidad y te muestra más.
Y al final lo más sencillo que podemos hacer pasa a ser irrelevante porque pensamos que no tiene poder real para cambiar las cosas.
Que sí, que eso también está bien, no te digo que no sea necesario pero que si le echas un ojo al cuadro de mando de tu empresa y miras por dónde te entran las ventas pues tampoco es para tanto. Hay algo más obvio y relevante a lo que otros no prestan la atención que merece porque están a lo otro.
Hay un elemento común y transversal en todo tu negocio, lo más sencillo de cambiar y lo más fácil de medir. Al mes se notan ya los resultados.
Poca gente le presta atención a pesar de todo esto porque tampoco sabe que lo que tiene no es lo mejor que podría tener.
Este elemento son los textos.
– Los textos de tus anuncios de Facebook, de tu página de ventas o de tu bio de Instagram.
– Los textos de la pizarra del menú que se saca a la puerta del restaurante de tu calle en el que tomas el café de media mañana.
– Los textos que escribes cuando das un presupuesto y te empiezas a morder las uñas porque no llegan respuestas.
– Los textos de un email a una persona que quiere pedirte el Cv y estás poniendo el foco en algo que te va a hacer el elegido.
A ver que esto te pasa a ti y les pasa a todos. Por eso cuando sabes cómo funciona esto, tienes una oportunidad. No mucha gente lo sabe.
Y bueno, yo no sé si los textos de tu web hacen entender al que te lee quién eres pero te advierto que las personas han visto 10 webs antes de llegar a la tuya y se ponen a comparar.
Puede que los escribieras tú, tu primo el que sacaba dieces en lengua en el insti o un freelance que acabas de contratar a ver si se hace el milagro.
O no, a lo mejor no estás ni en este punto. El tema es que tendemos a pensar que el trabajo está hecho cuando tenemos proveedores y hemos abrillantando las mesas, la landing o lo que sea.
Hala ya, que entren los clientes.
Y creo que lo dijo Picasso pero el trabajo comienza después de pintar el cuadro.
Se nos olvida que luego hay que vender, porque lo que tenemos es la hostia, de verdad que sí, debería de venderse sólo y si no lo ven ellos verán.
Pero a ver sabemos que las cosas no funcionan así.
Las cosas son de otra manera.
Y para empezar a vender es aquí: http://bit.ly/cuenta-otras-historias